Dieta del Chocolate
Los golosos están de suerte con la dulce dieta del chocolate, cuyo secreto
reside en la adecuada combinación de este oscuro manjar con otros alimentos y
no pasarse ni un gramo de la dosis diaria permitida. Además, gracias a su
elevado aporte de vitaminas y minerales, este efectivo y equilibrado plan de
adelgazamiento le inundará de energía sin provocarle ataques de ansiedad.
Alian Stralvofr, profesor de la Universidad de Umea (Suecia), podría
ostentar la paternidad de la dieta del chocolate. Gracias a un estudio
químico-análitico demostró que este manjar de dioses no sólo encierra un alto
poder energético, sino que gracias a otras propiedades nutritivas podría
abanderar un efectivo plan de adelgazamiento.
El chocolate contiene proteínas, vitamina A y B en abundancia, así como
calcio, hierro, fósforo, potasio, magnesio, cloro y azufre. Su punto flaco es
el arsenal de calorías que encierra, nada menos que entre 518 y 535 calorías
por cada 100 gramos. Aunque con un valor nutritivo inferior, esta sobredosis
calórica equivale a un buen plato de macarrones con tomate, de judías blancas o
a un cocido en regla.
Frente a su poder calórico, una dieta equilibrada e hipocalórica (1200-1400
calorías diarias) que da sitio en su mesa a una gran variedad de alimentos. La
estrategia antikilos es combinarlo con alimentos ricos en fibra (frutas,
verduras, cereales integrales y legumbres). El chocolate engorda menos cuando
su consumo se acompaña con nutrientes ricos en fibra que cuando se ingiere en
solitario, ya que la fibra obstaculiza y retrasa la absorción de sus grasas y
azúcares.
Otro de los pilares del éxito de esta dieta es respetar la dosis diaria de
chocolate permitida. La medida se establece en seis onzas al día. Debe
ingerirse en una sola toma, preferentemente a primera hora del día, a media
mañana o a mediodía. Más allá de la merienda no conviene degustar la ración
diaria porque el organismo carece de tiempo suficiente para quemar el caudal de
energía que aporta.
La dieta del chocolate posibilita la pérdida de dos a tres kilos a la
semana. Es ideal para golosos, que bajaran peso sin ataques de ansiedad, y
deprimidos, ya que su aporte energético eleva el ánimo. Aunque puede
practicarse durante todo un mes, sobre todo si las necesidades de perder kilos
no son muy ambiciosas, su menú es escaso en cantidad, así como en ración de
pan, grasa y fécula. La razón es que el régimen se encuentra muy supeditado a
las calorías que introduce el chocolate.
Lo más aconsejable es seguirla durante 15 días, alternarla con una dieta de
mantenimiento de un mes de duración y someterse a ella durante otra quincena.
Ante sus carencias nutricionales, se hace necesario acompañarla de suplementos
polivitamínicos que también incorporen minerales. Opte por preparados ricos en
vitaminas liposolubles, hierro, vitamina B1 y ácidos grasos.
Junto a su incapacidad para cubrir las
necesidades vitamínicas y minerales del organismo, la dieta del chocolate puede
provocar estreñimiento. Para solucionar este problema se recomienda
ingerir salvado de trigo, semillas de plantago ovata, goma de guar o
glucomanano. Todas estas fibras deben acompañarse con mucha agua e ingerirse
con anterioridad a la toma de chocolate para retrasar más su absorción.
Esta dulce dieta será más efectiva si los alimentos se mastican en
profundidad y con tiempo. Con ello se consigue una mayor sensación de saciedad
y una digestión mucho más ligera. También encuentra un aliada de excepción en
la práctica de un ejercicio, que debe estar en sintonía con la capacidad física
y la edad del aspirante a este melifluo plan de adelgazamiento.
La dieta del chocolate apuesta por una variada alimentación que tiene como
protagonistas a los siguientes alimentos:
Bebidas: Agua, infusiones y zumos de fruta naturales.
Carnes: Sobre todo carne blanca, en especial pollo o pavo, sin piel ni
grasa. De forma ocasional, también se permite la ternero o el cordero
desengrasados.
Frutas: Fresa, frambuesa, piña, naranja, limón, kiwi, mandarina, pomelo,
ciruela, manzana, níspero, lima, membrillo, cerezas, grosellas, moras,
melocotón, albaricoques, nectarinas, peras y arándanos. Hay que ingerirlas en
su punto y, a ser posible, lavadas y con piel para que sean más saciantes.
Fiambres: Pollo, pavo o ternera.
Lácteos: Con preferencia por los desnatados y mejor enriquecidos con
vitaminas o minerales, incluye leche, yogur, queso de Villalón o Burgos,
requesón y cuajada.
Legumbres: Garbanzos, lentejas, alubias, judías blancas y frijoles.
Mariscos: Gambas, cigalas, camarones, cangrejos de mar, langostinos,
langosta, nécoras, percebes, ostras, almejas, mejillones y berberechos. Se
incluyen aquí calamares y sepia.
Pescados azules: Bonito, caballa, boquerón, atún, arenque, emperador,
sardina, anguila, jurel, salmón y angulas.
Pescados blancos: Besugo, bacalao, bacaladitos, congrio, lenguado, gallo,
congrio, merluza, mero, pescadilla, platija, lucio y carpa.
Verduras y hortalizas: Repollo, lombarda, coles de bruselas, berenjenas,
acelgas, alcachofas, espinacas, coliflor, calabacín, judías verdes, espárragos,
cebolla, nabos, habas, rabanitos, guisantes, pimiento, tomate, zanahoria,
pepino, berros, lechuga, endibias, escarola.
Aunque los huevos tienen licencia, en especial la clara, no conviene abusar
de ellos. Para el pan propone dos opciones: biscotes integrales tostados o pan
de molde integral. Los cereales han de ser integrales, al igual que la pasta y
el arroz.
LA FORMA DE COCINAR ES
FUNDAMENTAL
Como en cualquier otro régimen, la dieta del chocolate basa su éxito en una
adecuada forma de cocinar los alimentos que conforman su plan de
adelgazamiento. Apuesta por tomar los alimentos al vapor, cocidos, asados, a la
plancha, a la brasa o a la parrilla, pero bajo ningún concepto fritos.
Se aconseja cocinar utilizando la menor cantidad posible de grasa, con un
máximo de dos cucharadas pequeña de aceite de oliva al día. De sus pucheros hay
que desterrar los aceites animales (manteca, nata, mantequilla...), así como
los aceites vegetales sólidos (palma, cacao...), ya que suponen un exceso de
grasas saturadas. A la hora de endulzar, opta por edulcorantes sintéticos,
tales como sacarina, aspartano...
CONTRA LA APATÍA, ORGANIZA TU
MENÚ
El hecho de encontrarse decaído, fatigado o deprimido, no sólo responde a
unos malos hábitos alimenticios. En muchas ocasiones el mal reparto de las comidas
hace que también aparezcan esos síntomas.
Es necesario sustituir las prisas, atracones y dejadez de un lado. Un
desayuno escaso, comer en cinco minutos o una cena copiosa puede trastornar en
organismo. Para combatir todo esto conviene seguir a rajatabla una serie de
reglas:
Desayunos ricos y abundantes. Para afrontar la jornada, seguramente
agotadora, es necesario tomar un buen desayuno. No hay que olvidar que éste
aporta el 20% de la energía necesaria para enfrentarse a la mañana.
Varía más. Es necesario planificar los menús con un poco de antelación. De
este modo se consigue un aporte de nutrientes mucho más completo. No vale la
pena comer siempre lo mismo. Diversificar ayuda a mantener un buen equilibrio.
Abandona las prisas. Comer de pie, y deprisa puede acarrear serios
problemas digestivos. Es conveniente comer sentado y tranquilo, dedicando al
rato de la comida el tiempo necesario, no sólo para digerirla bien, sino
también para saborearla, que no deja de ser un placer.
Marcar horarios.
El cuerpo lo agradece, aunque a veces resulte aburrido. Se debe acostumbrar al
estómago a un horario de comida. Así la principal debe hacerse siempre a la
misma hora y nunca acostarse seguido de la cena.
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